Para empezar debo decir que fue
un excelente torneo el que brindo el equipo de mis amores, toda la liguilla
debo confesar que me hicieron sufrir, pero nunca perdí la fe y la esperanza de
ver culminar tan grande campaña con el título.
Todo tiene una parte triste y una
parte feliz, desde que supe que Cruz azul podría ser rival del América de
inmediato se vino a la mente la figura de mi papá pues es cementero de corazón al
igual que todos sus hermanos y gran
parte de mis primos también tienen un gran cariño a esa institución, a la cual
le tengo respeto por lo que significa para mi familia, pero el pensar que cruz
azul podía ser campeón nuevamente me entristecía un poco por mi afición al
cuadro americanista, pero por otra parte sabía que mi Padre estaría muy
contento y satisfecho de ver por fin después de tanto tiempo al conjunto
celeste levantar la copa que tanto se les había negado. Tenía sentimientos
encontrados.
En fin, iniciando el partido de
vuelta en el azteca tenía la sensación de que todo saldría a favor del club
América, comenzó la misma dinámica que en el partido de ida, todos e prestaba
para que atacáramos (notaran que me siento parte del equipo) la mayor parte del
tiempo, pero llego el momento que temía llegara y el árbitro hizo de las suyas
y el panorama ya pintaba muy gris para mis águilas. Aun así no perdí la
esperanza y seguía todas las acciones al pie del cañón. En cambio mi padre se
le veía contento, tranquilo y seguro del nuevo título de su equipo. El verlo
feliz a mí me hace feliz, pero aun así no dejaría de apoyar a mi equipo hasta
el último minuto. La parte graciosa vino al minuto 80 cuando uno de mis primos
estaba por cumplir su apuesta, le pidió prestada la playera del azul a mi papá
para colocársela él y tomarse una foto para de manera inmediata subirla a su
perfil de Facebook. Pero llegó el gol de Mosquera y en seguida se quitó la
playera del cuello y se la regreso a mi papá, el milagro se podía dar y es lo
que queríamos. Todos gritando y
desesperados porque se acababa el tiempo y por fin en un cobro de tiro de
esquina se dio el milagro a manos de Moisés Muñoz (yo al principio no lo quería
y me callo con su participación en los últimos partidos). La locura no se hizo
esperar en casa de mis padres, quise contenerme, quise aguantarme esa felicidad
y jubilo que tenía guardado, pero me fue imposible, la sonrisa se borró del
rostro de mi papá, es algo que no quería, era el único cruz azulino en casa
contra 5 americanistas, se llegaron los penales y su felicidad se derrumbó por completo pero
las de nosotros estallo con gritos y hasta porras, en fin, el llanto estaba por
brotar tanto de mi ojos como en el de los suyos…..algo que en verdad duele pero
al final los dos aguantamos y nos abrazamos, sé (o al menos eso me imagino) que
así como yo estaría contento por verlo feliz, él estaría contento por nuestra
felicidad.
En fin, ojala no se vuelva a dar
ese duelo en alguna final en poco tiempo, ya en la noche no podía dormir por el
ruido de la gente celebrando en la calle y reviviendo una y otra vez los goles
de la hazaña y los penales de la victoria. Algo que a un día después de ese
hecho aún me hace sentir ese cosquilleo y sensación de felicidad y alivio.
Para mí fue un partidazo y estoy
orgulloso de ser americanista.
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